
Me pierdo en las palabras.
Pierdo mis palabras.
Extravío palabras.
Las olvido,
las desecho,
las dejo,
las borro,
las tiro,
la hago silencio
en el silencio mismo
que me envuelve.
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Y es que el silencio atrapa
cuando se escapan las palabras.
Y ya no volverán a su lugar,
ya no sonarán como lo hacían,
y es que es silencio,
y es que es encierro,
y no es decir,
y no es mentir,
y no es.
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Qué ingrato silencio silencia mi alma
que viaja con penas
buscando quietud,
buscando esperanzas.
¡Qué llene el silencio instalado!
¡Qué brote la calma!
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El único silencio que no calla
es aquel que grita la injusticia,
de la pena del hambre
del niño que pierde en la esquina,
del joven que insiste en lo incierto,
del hombre que teme el desencuentro
o el encuentro repentino de la muerte.