miércoles, 13 de agosto de 2008

NO...

No, ya no era el mismo. No se llamaba Andrés, como todos decían, ni siquiera tenía 25 años. Su nacimiento no había sido como se lo habían contado durante tanto tiempo. Carmen y Pedro tampoco eran sus padres. Hacía 25 años que le mentían y dos más que había ocurrido su verdadero nacimiento que no había sido en el hospital que le habían indicado más de una vez.
Aquellas fotos que siempre le mostraron eran totalmente falsas. Escenas preparadas para el momento. Personas que lo rodeaban, pero que en realidad no tenían nada que ver con él. Veinticinco años de una gran mentira que todos llamaban Andrés.
La tarde de aquel jueves después de haberse enterado no sabía hacia donde ir, ¡si ni siquiera sus amigos eran verdaderamente sus amigos!
Caminó largas horas por las calles céntricas de Buenos Aires. Entró en un viejo café de Entre Ríos y Moreno. En ese mismo lugar (le contaron) habían charlado más de una vez las personas que realmente eran parte de su vida. Allí pasó, por lo menos, cinco horas sentado en una mesa junto a la ventana.  Desde allí miró pasar la tarde. Sentimientos extraños cruzaron su cuerpo.
Aquel sentado en el bar ya no era el mismo tipo que había salido de su casa en la mañana. Hasta las 9:30 había sido Andrés, pero después de haber salido de aquel lugar, luego de haber hablado por más de una hora con aquella mujer y luego de haber visto, una y otra vez, las fotos, no podía decir lo mismo.
Veinticinco años de mentiras tras mentiras, viviendo en una falsa historia porque ni siquiera tenia 25 años. Su nacimiento no había sido como cualquier otro. El había sido testigo del maltrato y la tortura sufrida por Susana, su verdadera madre, aquella mujer de la cual nunca deberían haberlo separado. A su padre jamás lo había visto. Cuando Federico nació, Agustín, su padre, ya había desaparecido.
Una anciana dulce, de ojos tristes y mirada melancólica le contó estas cosas. La mujer que le contó esta historia se llama Eva y dice ser su abuela.

del libro "SITUACIONES" (2008)

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