miércoles, 7 de mayo de 2014

DETENERSE

Hora del ocaso,
repentino vaivén
sin rumbo
en medio del silencio.
Poco importa
frente al desorden
todo lo que pueda suceder.
Azota el viento
un nombre confuso,
una inminente angustia,
una sombra terrible
de la expresión subjetiva.
Detenerse
a soñar
un abrazo infinito,
como despertar
a la inmóvil
soledad
de la ausencia.

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