jueves, 1 de mayo de 2014

Triangulo aristócrata

La gran pluma se queda sin tintas
y busca su elixir en la palabra ajena.
Le ladran los sanchos,
le escuchan los panzas
y en cada palabra
rebosa la ausencia,
abunda la patética carencia.
El ojo con parche
se siente perdido entre libros
que ya nadie busca,
y no encuentran lectura.
Las palabras absurdas
derraman pestilentes
odiosa antipatía.
El triangulo aristócrata
busca equilibrar sus lados,
y busca en su vacío alegato,
en una tóxica metáfora,
una oportunidad
de existir.
¡Pobre promesa de letras!
¡vivir en la quimera
de una soberbia tinta!
y, sin embargo,
no ser más
que la sombra
de una gran pluma.

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