
Saber
compartir es una virtud. Y Malattia la tiene.
Basta
conocer un poco sobre su actividad cultural convocante e inclusiva y participar
con él en diversos espacios literarios, para poder apreciarlo.
Y
eso mismo se manifiesta en este libro.
Los
textos de “Impulsos” prueban ser el resultado de una búsqueda y certero
encuentro de formas específicas para ser aplicadas a la necesidad de compartir
cada concepto, sentimiento, emoción.
Andan
estos poemas de Christian Malattia por los caminos del amor, del olvido, de la
ausencia, del recuerdo, de la injusticia, de la infancia, de lo fantasmagórico,
de las historias humanas, de la
Historia... y son muy
ricos y diversos los recursos literarios que emplea el autor y las estructuras
a las que apela.
El poeta juega, en
ese ir y venir de emociones, con las palabras, con las estructuras, con la
puntuación, los recursos...
Se manifiesta en
aliteraciones, imágenes, paralelismos, preguntas retóricas, metáforas...
Se expresa desdeñando
puntuaciones formales y mayúsculas que la obviedad esperaría...
Elige la estrofa, la busca y
la concreta cuando la precisión lo llama, para olvidarla, desdeñarla o acaso
rechazarla cuando la intensidad de lo dicho se vuelve irremediable hasta el
punto final.
Pero
hoy me voy a referir a lo que mencioné al inicio: la virtud del compartir, que
en esta ocasión Malattia resuelve a través de “Impulsos”
Encuentro
en el libro un yo lírico que se manifiesta en 3 voces
La
voz de la introspección que convoca
La
voz- fuerza que interpela
La
voz del remanso que cuenta
Hay
muchos ejemplos de cada una de estas voces pero me voy a limitar a algunos.
En
la voz de la introspección el poeta convoca a compartir un tiempo que omita la
dinámica misma de lo cotidiano, de lo que surge, fluye y pasa para sumergirnos
como él en la reflexión y permitirnos la duda.
Como cuando dice
“Respira profundo cuando sientas
vacío”
O nos propone
“Aprende a leer lo que escribe el silencio,
a escuchar lo que no dicen los
labios,
a sentir lo que no expresa la
piel.”
O bien afirma
“Es el cuerpo un sin
fin de preguntas,
el amor una duda
constante”
La
voz- fuerza que interpela es una voz deseosa de modificar lo que nunca
debió haber sucedido, el pasado, la injusticia.
Esa
voz-fuerza interpela al lector sin invocarlo directamente, y aún así lo compele
a tomar partido en un mundo que debe ser modificado.
Así se manifiesta por ejemplo cuando habla de
“
ausencia de palabras que alguna vez fueron calladas,
silenciadas
por el cruel puñal que aún permanece impune.”
Y agrega
“Es
que en la ciudad la gente se oculta de ese extraño ejercicio que requiere la
memoria y olvida lo que nunca debería olvidarse.”
Claramente esa voz-fuerza
convoca a modificar la realidad a través del valor de la memoria.
En otro poema dice
“Será mi voz mil voces que griten tan fuerte como el llanto inicial.”
“Quisiera ser a tiempo
poeta de mil voces,
expresión del olvidado,lengua del
postergado...”
Leyendo tal convicción es muy probable que el lector se pregunte a sí
mismo cuál será su propia voz o bien qué quisiera ser él.
La tercera voz que encuentro en Impulsos es la voz del remanso que
cuenta
El
remanso se produce cuando la infancia, el vecindario, el amor, o de la belleza
que vive en lo simple, emergen desde el recuerdo, desde la observación, desde
la más sensible percepción en imágenes y metáforas altamente logradas.
Así por ejemplo cuando dice
“Hora del ocaso, repentino vaivén sin rumbo en
medio del silencio.”
O en el los versos del poema Verano donde dice
“Es
calor y cae marino el sol de febrero
y
en el silencio cae un recuerdo”
Para
finalizar vuelvo a agradecer al autor por haberme invitado a exteriorizar mi
aprecio por este libro, por compartir la Literatura que crece en La Matanza y más aún
agradezco lo placentero de la lectura de Impulsos.
Nora Coria
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