En el silencio de la siesta
se desvanecen las horas.
En la siesta del pueblo
sólo se siente el silencio.
Las veredas
no suelen andar,
ni el sol se ocupa
de las sombras.
Solamente se escucha
el murmullo
fuera de las calles
fuera de las calles
y, sin embargo,
la vida sucede
o pone punto final.
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